HORTICULTURA ÉTICA
PRINCIPIOS
La horticultura ética, como horticultura que integra y desarrolla aspectos ecológicos y humanos, necesita ser definida por un código de prácticas basada en principios éticos. Más teniendo en cuenta la época de relativismo moral que impera en nuestra actual sociedad occidental. Necesita establecer unos criterios y límites que definan su campo de actuación y que señalen la dirección a seguir de forma que haga saltar las “alarmas” cuando nos desviemos del camino. La horticultura ética nos marca un camino a seguir que debe llevarnos hacia una mejor convivencia y un mejor bienestar ambiental, y, por consiguiente, hacia un mejor bienestar social. Ésta sería su finalidad: fomentar a través de la horticultura un mayor bienestar personal y social, mediante el ejercicio de la responsabilidad, el respeto al medio ambiente y el respeto a los demás.
A través de diferentes normativas, como el Reglamento (CE) 834/2007 del Consejo de 28 de junio de 2007 sobre producción y etiquetado de los productos ecológicos, podemos recoger algún principio de la horticultura ecológica que aparece en su “consideración I” y que incluye aspectos también sociales:
“La producción ecológica es un sistema general de gestión agrícola y producción de alimentos que combina las mejores prácticas ambientales, un elevado nivel de biodiversidad, la preservación de recursos naturales, la aplicación de normas exigentes sobre bienestar animal y una producción conforme a las preferencias de determinados consumidores por productos obtenidos a partir de sustancias y procesos naturales. Así pues, los métodos de producción ecológicos ejercen un papel social doble, aportando, por una parte, productos ecológicos a un mercado específico que responde a la demanda de los consumidores y, por otro, bienes públicos que contribuyen a la protección del medio ambiente, al bienestar animal y al desarrollo rural.”
Basándonos en esta idea, y ya en el caso de la producción hortícola, la horticultura ética debe basarse en una escalera de valores ambientales y sociales que propongan un código de conducta, un conjunto de buenas prácticas éticas, que nos dirijan hacia esa realización personal y bienestar social. Estos valores deben enmarcar las principales estrategias, directrices y actuaciones de las distintas labores desarrolladas en horticultura. Además deben contemplarse integralmente en todas las fases de la actividad hortícola: desde la fase de realización de un proyecto de creación hasta la fase de producción y gestión. En concreto se han escogido 10 de ellos, los considerados más principales, que se exponen en los párrafos siguientes. Estos principios y valores no se exponen aquí como si fueran entidades abstractas e inalcanzables. No son sólo valores teóricos, sino que requieren su puesta en práctica. Es a través de la realización de actuaciones concretas, a través de su práctica diaria, como iremos interiorizando y desarrollando estos valores. Como se verá, los valores propuestos no son nuevos. Son bien conocidos.
“No se trata de hablar de nuevos valores, sino de los de siempre, pero adaptados a las situaciones de hoy.”
Camps (2013)
VALORES
1. Responsabilidad
Se considera como la piedra angular, la pieza clave, en el desarrollo de una horticultura ética. La responsabilidad hacia lo que uno debe hacer, bien se trate de una institución, empresa o persona individual, es uno de los principales motores del cambio e incluye tanto la responsabilidad con lo ambiental como la responsabilidad con lo social haciendo uso de la empatía.
2. Respeto
La segunda pieza clave, principio indispensable para una convivencia “sana” con los demás y con el medio. Entendido como la “consideración al otro”, nos enmarca y facilita el camino a seguir en la horticultura ética, haciendo saltar una alarma cuando nos salimos del camino correcto. Este respeto se focaliza hacia la persona y también hacia la naturaleza y todas sus formas de vida.
3. Libertad
Por supuesto, responsabilidad y respeto sólo pueden ejercerse en un contexto de libertad, valor fundamental y condicionante definitivo para el desarrollo de la persona, para dar lo mejor que podemos dar de nosotros mismos, para alcanzar una plena madurez. La libertad de las personas se concreta y ejercita en la toma de decisiones, teniendo en cuenta una ética ecológica y social.
4. Igualdad
Es otro valor fundamental que debe aplicarse en la horticultura ética. Igualdad de dignidad entre las personas, independientemente de su género y de sus capacidades. Por eso este tipo de horticultura debe servir para integrar a las personas. Debe proponer la integración de cualquier tipo de colectivo, consciente de que no podemos pretender mejorar la biodiversidad del planeta si no entendemos previamente el valor de la diversidad humana. Por eso, dentro de las diferencias que cada colectivo y cada persona presenta, se potencia en este tipo de horticultura la presencia de una diversidad de hortelanos y hortelanas, de forma que incluyan colectivos desfavorecidos como discapacidades físicas o psíquicas o sociales, además de tener presente la perspectiva de género.
5. Participación
Posiblemente desarrollada a través de las tareas de horticultura que requieren el trabajo en equipo y a través de las actividades que pueden desarrollarse en el huerto, también se considera un valor fundamental para fomentar el sentimiento de comunidad de las personas, necesaria para avanzar en la solución de nuestros problemas ambientales y sociales.
6. Solidaridad
Es otro valor fundamental en la horticultura ética que puede dotar de sentido a muchas de las acciones que se desarrollan durante su ejercicio. Por ejemplo, si se decide ahorrar agua, mediante la instalación de un riego por goteo, es conveniente conocer los motivos por los que se hace. El ahorro de agua se está realizando por respeto al agua, por respeto a los seres vivos que necesitan el agua, pero también por solidaridad hacia las personas, bien de nuestra sociedad o bien de otras partes del mundo, que tienen carencia de este preciado líquido. Además, por supuesto, lo hacemos por nosotros mismos, ya que vamos creciendo personalmente en el valor de responsabilidad, respeto y solidaridad. Vamos siendo mejores personas. Sí, también a través del ahorro de agua. Por eso hay que ahorrar agua siempre.
7. Amor
Como propulsor y marco de las acciones que se desarrollen. El amor hacia los seres vivos, hacia la Tierra y hacia los demás también tiene que estar presente envolviendo las acciones que ejerce la horticultura ética. Obviamente aparece envolviendo el respeto. El amor refuerza el respeto por la alteridad. Es el principal motivo que nos sustenta, gran motor de cambio de comportamientos y actitudes. Si se enfoca bien, puede fomentar la adquisición de hábitos éticos, tanto ambientales como sociales.
8. Transparencia
La transparencia, para mostrar a la sociedad la correspondencia entre lo que pensamos y lo que decimos y hacemos, supone la comunicación pública a la sociedad de datos referentes a la actividad de la entidad que desarrolla la labor hortícola: bien institución, empresa, centro formativo, entidad sin ánimo de lucro, particulares, etc. Significa no tener miedo a explicar a la sociedad lo que hacemos y cómo lo hacemos, conscientes de actuar de una forma éticamente correcta.
9. Coherencia
La coherencia entre lo que pensamos, lo que decimos y lo que hacemos supone un valor clave de la horticultura ética. La coherencia supone incluir en la misión de la entidad el fomento y práctica de la horticultura ética, de forma que la institución explicite su compromiso con este tipo de horticultura. Una vez establecido el compromiso en su misión, el ejercicio de la coherencia no es tarea fácil. Son múltiples las tareas donde aparece este valor. La coherencia con la preservación de lo ambiental, con la no contaminación, con el respeto a la vida, en ocasiones no es fácil de llevar a cabo. En ocasiones la coherencia para compaginar rendimientos productivos con la promoción de la inclusión social de colectivos más desfavorecidos tampoco lo es.
10. Compromiso
El compromiso establecido en la misión, no debe ser una frase baladí, sino el eje que sustente nuestra actividad y que la haga diferenciadora de los demás tipos de horticultura. Este compromiso con el ejercicio de la horticultura teniendo en cuenta la perspectiva ambiental y social va a llevar a una forma diferente de realizar la horticultura que puede conllevar situaciones difíciles, ya que en ocasiones creará conflictos con la forma en que nuestra sociedad mayoritariamente entiende el ejercicio de la horticultura. Todo cambio puede conllevar este tipo de conflictos. Puede conllevar el enfrentamiento entre lo que se considera “normalizado” y las nuevas propuestas de una sociedad que avanza. Estos conflictos son normales, posiblemente inevitables para avanzar hacia una horticultura ética que respete de forma integral el medio ambiente y a nosotros y nosotras, que respete lo ecológico y lo social.